La universidad pública hacia el centenario de la reforma universitaria

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La Universidad Pública en Argentina está atravesada de manera inevitable por la Reforma Universitaria de 1918, desde entonces su consecuente finalidad consiste en la integración de las ideas, armonizando las divergencias, con un intenso sentido de sensibilidad humana y social.

La proximidad del centenario de la Reforma es un excelente pretexto para plantearnos la posibilidad de continuar aquel camino iniciado por los jóvenes reformistas de principios del siglo XX, teniendo en consideración los cambios propios de nuestra época. Es imprescindible asumir los compromisos y las demandas que nos plantea el movimiento estudiantil y la sociedad en su conjunto; así como también el debate estudiantil acerca de la universidad que imaginan como herramienta para el desarrollo, en pos de una Universidad pública, gratuita y latinoamericana.

La universidad actual es diferente pero tan o más necesaria de lo que fue en siglos anteriores, su especificidad en cuanto a bien público y social, y derecho humano universal, reside en ser la institución que liga el presente con el mediano y largo plazo. Esto se debe a la formación que produce y a que constituye un espacio público privilegiado para la discusión abierta y critica.

 

El mayor desafío consiste, entonces, en revisar y actualizar la lucha de los reformistas, interpretando el momento de la historia que a la universidad le toca atravesar. Actualmente existen diversos factores que plantean un serio compromiso con la democracia del país: altos índices de pobreza, marginación y exclusión, que generan serias consecuencias culturales, políticas, sociales y económicas.

Atendiendo a estas problemáticas, es necesaria una universidad pública que le dé a la sociedad la certeza generalizada de que el desarrollo va asociado a la educación superior. Una universidad vinculada a las circunstancias locales, aunque plenamente comprometida con la búsqueda universal de la verdad y el avance del conocimiento.

Asimismo, es imprescindible la formación de personas capaces de desarrollar todos sus talentos en un mundo básicamente cambiante, graduados adiestrados en las modernas tecnologías de acceso a la información y al conocimiento, preparados para desarrollar su potencialidad de aprendizaje permanente.

La educación debe afrontar la incertidumbre, el riesgo, la inestabilidad; es por esto que la formación incluye una consecuente contextualización social. La tarea involucra la promoción de alternativas de formación, investigación y de extensión, con una organización que apunte a la continuidad de acceso a la producción de conocimiento, de modo tal que la sociedad se vea reflejada en la universidad pública.

Frente a la inequidad y la exclusión social existente, el objetivo de lograr una verdadera igualdad de oportunidades implica transformar las trabas que construye el sistema, en la real posibilidad de que los jóvenes lleguen a los estudios superiores. Para lograrlo, se propone una universidad que promueva los principios democráticos y el pensamiento crítico,  que aporte a la modernización política, al desarrollo sostenible, a la movilidad social, y a la difusión y enriquecimiento de la cultura e identidad nacionales.

A su vez, el cometido esencial  de la Universidad pública es la enseñanza, validada por la investigación, la transferencia y la extensión, al servicio de una mejor calidad de vida para toda la sociedad. La extensión y la investigación en el medio social, profundizan la reforma en la universidad del siglo XXI, atribuyéndole una participación activa en la lucha contra la exclusión, la degradación ambiental y la defensa de la diversidad cultural.

En síntesis, la universidad pública del siglo XXI tiene la necesidad de traspasar las barreras tradicionales para dar lugar a nuevos espacios de saberes y, a su vez, a la vinculación, articulación y fusión de estos. Es un ámbito para tener ideas y discutirlas, pensar y sumar, formándose en los saberes específicos, pero también en los valores que los conviertan, fundamentalmente, en los mejores ciudadanos, capaces de entender el privilegio de la formación universitaria y el esfuerzo social que esto significa.

Los pilares de la Reforma aún se mantienen sólidos y vigentes, no hay una institución en el mundo en la que el pensamiento diferente sea tan valioso como en la universidad pública. De la diversidad, la diferencia, el debate y la confrontación surgirán las mejores ideas para construir una sociedad más justa. Eso pensaron los Reformistas del 18 y hoy tenemos el mismo desafío.