LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA EN EL CENTENARIO DE LA REFORMA UNIVERSITARIA

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«La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar» Eduardo Galeano

Que el 2017 nos encuentre caminando juntos para seguir construyendo, defendiendo y consolidando la Universidad Pública inclusiva y reformista.

Comparto un breve documento sobre nuestra situación actual, a casi 100 años de la Reforma Universitaria.

1.- El ideario de la Reforma

La UNLP es una universidad pública, autónoma, cogobernada y reformista.

Estos días que nos acercan al centenario de la Reforma Universitaria del 18 nos hacen reflexionar y volver a preguntarnos: ¿qué significa ser “reformista”?. Ser reformista significa trabajar diariamente para que los pilares que dieron lugar a aquella gesta se consoliden y complementen con nuevas ideas, contemporáneas, que orienten el modelo de institución que necesita nuestro pueblo.

La Reforma cuestionó el statu quo, imponiendo en las universidades públicas la discusión sobre los temas que le preocupan a la sociedad. El Manifiesto Liminar, escrito en aquel entonces por los estudiantes reformistas, nos infundía la necesidad de lograr una libertad más, porque así tendremos una vergüenza menos; este documento fundacional nos enseñó que “los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan” y que siempre tendremos cadenas por romper para lograr una sociedad más justa, más igual, más feliz y plena.

Hoy nos exige que defendamos la Universidad Pública, herramienta indispensable para el desarrollo del bienestar de nuestra comunidad. En este sentido la solidaridad es el valor más importante, porque formar parte de esta institución es una condición privilegiada en una sociedad de desiguales; la solidaridad que nos pide la Reforma no es sinónimo de caridad, es el brazo que ayuda a subir al bote a esas mayorías que se ahogan en la injusticia social.

Quizás sea como la base del arco iris, en la visión del poeta, quizás se aleje al mismo tiempo  que pretendemos acercarnos, pero como militantes reformistas tenemos la responsabilidad de intentarlo. Para eso debe servir la Universidad Pública Reformista, para volver realidad las utopías.

2.- El modelo de universidad en la Universidad Nacional de La Plata

Para las Universidades de América Latina y el Caribe, la Educación Superior es un Bien Público y Social, un Derecho Humano Universal y una Responsabilidad del Estado. Desde la década del 90 defendimos esa visión en cada debate dado en los foros educativos mundiales, contraponiendo este modelo al representado en la mayoría de los países del resto del mundo que entiende el acceso a los conocimientos superiores como un bien selectivo, transable en el mercado.

Las expectativas de nuestro desarrollo como país y de nuestro progreso individual estuvieron siempre basadas en la igualdad universal de oportunidades. El ingreso irrestricto y la gratuidad de la enseñanza universitaria, garantizadas definitivamente por la ley 27.204/2015 ya nacieron en las ideas de la Generación del ´80, plasmadas en 1884 en la Ley 1.420 de Educación Común. Actualmente es difícil encontrar resistencia a los conceptos de gratuidad en la educación inicial, primaria y secundaria, debemos asegurarnos que esa línea de pensamiento sea la preponderante en la enseñanza superior.

La universidad debe ser hoy un espacio para tener ideas y discutirlas, alejada del pensamiento único, promotora en cambio del pensamiento diverso, original y propio; generadora de inquietudes, rechazos, audacias, escrúpulos y esperanzas que custodien el comportamiento ético, transparente, republicano y democrático de sus miembros. Debe ser firmemente inclusiva y entender la educación como una línea ininterrumpida e ininterrumpible, que sostenga el proceso de enseñanza y aprendizaje más aún allí donde se presente un fracaso o deficiencia circunstancial. Si un estudiante no sabe lo suficiente como para avanzar a un estadio superior en el proceso de su formación, pero tiene la firme voluntad de resolver sus déficits esforzándose en sus estudios, la universidad debe darle siempre esa oportunidad porque tiene la obligación de contener en el ingreso, en la permanencia y en el egreso.

Esto no significa resignar calidad, pertinencia o excelencia, por el contrario, significa agregarle responsabilidades al Sistema. Ese es el verdadero contrato que firmamos cuando este modelo fue concebido para desarrollar al país y multiplicar las oportunidades para el progreso colectivo. La calidad y la masividad, asociada al esfuerzo y al compromiso son indisolubles. No puede considerarse de calidad la educación superior de un país que acepta dejar afuera a la mayoría de la población y no apunta a ofrecerle oportunidades de acceso; cuando el acceso a la educación superior se limita a pocos, tiene características que la asemejan a un bien privado.

El modelo inclusivo implica brindar los conocimientos específicos para forjar al mejor profesional, dotándolo de los valores fundamentales para consolidarlo como el mejor ciudadano, pleno de solidaridad, consciente de su responsabilidad con los que menos tienen, tolerante hasta la exageración, sabiendo que el debate, el pensamiento diferente y las culturas generacionales siempre son más que el silencio homogéneo e indiferente. El modelo inclusivo debe formar profesionales que comprendan que la Democracia no es una condición natural inextinguible si no la defendemos, que la defensa firme del medio ambiente es una condición de conciencia para dejarle a nuestros hijos y a sus hijos un mundo mejor, que los derechos humanos no sólo significan la custodia de nuestra Memoria en la búsqueda de la Verdad y la Justicia, sino que acompañan cada acto de nuestra vida.

3.- Qué queremos de nuestra Universidad

Sabemos que el rol esencial de la UNLP es formar estudiantes en el pregrado, grado y posgrado para que sean graduados comprometidos solidariamente con su comunidad.

En un mundo donde el conocimiento, la ciencia y la tecnología juegan un papel de primer orden, el desarrollo y el fortalecimiento de la Universidad Pública, tal como la concebimos, constituyen elementos insustituibles para el avance social, la generación colectiva de riqueza, el fortalecimiento de las identidades culturales, la cohesión social, la lucha contra la pobreza y el hambre, la prevención del cambio climático y la crisis energética, así como para la promoción de una cultura de paz en la convicción que la búsqueda de la inclusión social a partir de una sociedad donde la igualdad de acceso al conocimiento sea  un derecho.

Queremos producir  conocimientos útiles para el desarrollo del país y el bienestar de la humanidad, con una agenda científica y tecnológica acorde a las necesidades de nuestra sociedad y las demandas de nuestro país para su desarrollo soberano. El hambre, la pobreza, las enfermedades, la calidad y preservación de los recursos naturales, la producción sustentable y responsable y la colaboración con toda política pública apuntada a la necesidad social y el desarrollo nacional y regional, constituyen las grandes líneas para una investigación orientada, emergente de una sólida investigación básica y promotora de una investigación aplicada transferible y funcional a la concreción de estas metas.

Necesitamos integrar la red social en todos sus niveles e interactuar naturalmente con la comunidad, intercambiando saberes y miradas, como parte de un proceso formativo recíproco, especialmente con aquellos sectores más vulnerados de la sociedad. La extensión universitaria como parte del proceso formativo de estudiantes y docentes debe ocupar un lugar de jerarquía, pero este debe vincularse con la capacitación extracurricular de aquellos sectores de la comunidad que precisan adquirir y certificar habilidades, a fin de ampliar sus oportunidades en el mundo del trabajo, dando más herramientas para una inserción social digna.

La universidad pública debe saber armonizar en su actividad la educación formal, la producción científica, tecnológica y artística, la transferencia de sus frutos y su integración académica a la región y al mundo, con la necesaria cercanía a las necesidades coyunturales del Pueblo que la sostiene.

Nuestra Institución debe responder en las demandas crecientes que le exige la sociedad y crecer en diversidad, flexibilidad y articulación: formar parte de la comunidad académica mundial, integrar redes universitarias formativas, científicas y solidarias, comprender los escenarios en los que nos toca evolucionar, movilizando así a los estudiantes, profesores e investigadores en un intercambio productivo que sume siempre en la interacción, convencidos que permanentemente reproducimos y  reconstruimos el modelo reformista.

4.- Las prioridades en la UNLP

Una institución educativa de gran complejidad como la Universidad Nacional de La Plata afronta y desarrolla centenares de programas y proyectos emergentes de políticas académicas, científicas y sociales, que trazan objetivos acordes con las definiciones expuestas.

El Plan Estratégico de la UNLP, instrumento de gestión participativa que nació en el año 2004, cuenta con más de 700 programas y proyectos que se renuevan con distinta periodicidad. Todos coadyuvan a consolidar el modelo, los objetivos y los caminos expuestos para poder alcanzarlos. Su concreción o las condiciones del contexto definen prioridades.

El mayor rendimiento académico y el incremento de la graduación en tiempos proporcionados con la vida útil de cada ciclo formativo son una condición imprescindible para situar a nuestra universidad como una institución útil a la demanda insistente de un país y una sociedad que nos sostiene. Debemos atender las problemáticas particulares y generar políticas para resolver las generales. No podemos darnos el lujo, como institución y como país, de tener un desgranamiento feroz, una duración laxa de las carreras y de un raquítico nivel de egreso. No nos lo debemos permitir.

El crecimiento de los desarrollos científicos y tecnológicos enfocados en las necesidades sociales, el cuidado ambiental y el desarrollo soberano de nuestro país ocupan un lugar central en nuestras políticas. Como universidad pública tenemos que ser, y demostrar ser, una herramienta imprescindible para el progreso colectivo nacional. Para ello debemos producir conocimiento útil y transferirlo intensamente a las instituciones de la Sociedad Civil, a la pequeña y mediana empresa, al Estado en todos sus niveles.

La capacitación extracurricular formalizada que nos integre a sectores de nuestra comunidad que siempre estuvieron alejados de la universidad pública, sin advertir –ambos- que podemos ser soporte sobre el cual asentar nuestras expectativas de progreso, es el desafío de nuestro tiempo. Esta conjunción de saberes nos dará la oportunidad de consolidarnos como universidad popular, naturalizada en la vida cotidiana de nuestro pueblo. Debemos adecuar los criterios de la educación formal en todos sus niveles a las demandas actuales de nuestra sociedad.

El crecimiento de los beneficios estudiantiles que ayuden a su integración armónica a la vida universitaria y a su sostenimiento, la continuidad del plan de obras, el mejoramiento constante de los sistemas de administración y finanzas, la estabilidad y el acompañamiento a la comunidad trabajadora docente y no docente, así como cada una de las actividades que nos transforma en una institución activa y en crecimiento sostenido, son fundamentales en nuestra agenda.

Sin embargo, todas estas son condiciones que debemos reunir para asumir con más fuerza la responsabilidad máxima de ser una institución comprometida en su presente y en su futuro con la construcción de oportunidades para nuestra gente, y de alternativas de progreso para nuestra Patria.

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